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Lo que no te mata te hace más fuerte: vuelve Lisbeth Salander en modo Bond

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    360º
  • 17 nov 2018
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 30 nov 2018


Fuente: Sony Pictures

Por Carlos Nieto.


Personalmente tenía muchas ganas de volver a ver en la pantalla a uno de los personajes femeninos más interesantes que nos ha dejado el mundo literario y audiovisual esta última década.

Os pongo en antecedentes: de 2005 a 2007 se publicó la trilogía original de Millenium, a libro por año con títulos tan sugerentes como Los hombres que no amaban a las mujeres, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire. El autor de las mismas, Stieg Larsson consiguió un enorme éxito a nivel mundial, poniendo de moda la novela negra nórdica. Con su narrativa, accesible y atrapante, supo trasladar la historia de Lisbeth Salander, una hacker de veintipocos años, antisocial y con memoria fotográfica, y de Mikael Blomkvist, periodista de investigación; de su Suecia natal a todos los rincones del globo.

¿El problema? La fama le llegó póstumamente. El autor falleció en 2004 y nunca pudo saborear las mieles del éxito. Y digo que esto es un problema porque todos sabemos como le gusta al sistema explotar a la gallina de los huevos de oro. La editorial matriz contrató al periodista y escritor David Lagercrantz para que diera continuidad a los personajes que ideó Larsson, lanzando Lo que no te mata te hace más fuerte en 2015 y El hombre que perseguía su sombre en 2017.



Entre medias, un personaje como el de Lisbeth Salander pedía a gritos una adaptación en formato audiovisual, y fue la televisión sueca la que encargó una adaptación de la trilogía en formato de mini-serie, que se vendió internacionalmente montado como tres películas independientes para su exhibición en cines europeos.

Las películas no estaban mal, y Noomi Rapace personificaba a Salander de forma muy convincente y satisfactoria, lo que le proporcionó un trampolín a Hollywood donde más tarde ha desarrollado su carrera (Prometheus, Sherlock Holmes 2…). La única pega que se les podría poner a las películas, es que era bastante evidente que inicialmente estaban destinadas a ser un producto televisivo. Se puede adivinar un presupuesto ajustado y eso se nota en la gran pantalla.

Tuvo que llegar Hollywood con toda su artillería en 2011 para que pudiésemos disfrutar de una adaptación más que digna y precisa de la novela de Larsson.

El proyecto no podía pintar mejor. Contaba con David Fincher (Se7en, El club de la lucha, La red social) tras las cámaras, y con Daniel Craig (007) como reclamo de taquilla acompañado de la semidesconocida Rooney Mara como la (anti)heroína que tantas pasiones despertaba. La película fue un éxito de crítica. Consiguió incluso nominaciones a los Oscars en 5 apartados, incluyendo el de mejor actriz para Mara que como su homónima sueca inició una carrera hacia el estrellato donde no ha parado de repetir buenos papeles.

A mí, como incondicional de Fincher y fan de las novelas de Larsson, la película cumplió todas mis expectativas y esperaba con ansias el regreso del mismo equipo técnico y artístico para seguir adaptando las novelas restantes.


La protagonista de la versión de Fincher, Rooney Mara y la actual Lisbeth Salander: Claire Foy. Fuente: Sony Pictures

Pero Sony (productora del film) no parecía estar tan contenta con el resultado comercial que había desempañado la cinta. Una recaudación de apenas 232 millones de dólares en la taquilla internacional. Debido a su elevado presupuesto, la película no funcionó como esperaban a pesar de reportar beneficios.

El proyecto de adaptar toda la trilogía bajo la batuta de Fincher se quedó en stand-by, hasta el año pasado que saltó la noticia de que la productora pensaba reiniciar la saga cinematográfica adaptando directamente el cuarto libro, ya con otro escritor, y con un equipo completamente nuevo.

Y finalmente el pasado 9 de noviembre llegó la cartelera española esta producción, que está pasando bastante desapercibida a tenor de los discretos resultados de taquilla.

La productora ha confiado para este proyecto en el director uruguayo Fede Álvarez, que ya había firmado un par de películas de estudio (de terror) bastante rentables en taquilla.

El realizador según ha contado en entrevistas, fue el encargado de propiciar el cambio de protagonista ya que quería sentir que iniciaba un nuevo proyecto y quería empezar de cero, y por lo tanto eligió a Claire Foy como nuevo rostro de Salander.

Foy es una actriz que está en alza desde el estreno de “The Crown” donde encarna a la Reina Isabel I y que ha sido todo un éxito en Netflix y donde ha arrasado en varias entregas de premios como los Emmy o los Globos de Oro por su interpretación monárquica.

El problema para mí es que Foy no es Mara. Ni se le acerca. La protagonista resulta ser una versión muy light de lo que era en las anteriores adaptaciones.

Fuente: Sony Pictures

Como no he leído la continuación de la saga más allá de la trilogía original, no puedo comparar, pero el guion convierte a Salander en una especie de Bond femenina envuelta en espionaje de alto nivel. Como misión tiene que romper uno de los mejores sistemas de seguridad del mundo para poder robar un programa que tiene la capacidad de controlar unos arsenales críticos con capacidad destructiva, que hace que se encuentre atrapada en una red de espías y funcionarios corruptos que la pondrán al límite. Todo esto, mientras lidia con la aparición de un personaje de su pasado que resulta fundamental para comprender a Lisbeth y sus traumas.


El personaje de Mikael Blomkvist queda un poco desdibujado en esta entrega, y no consigue crear esa tensión sexual y química con la que contaban Daniel Craig y Mara. Mientras que en otros libros y adaptaciones hemos visto la historia desde su punto de vista, aquí nuestros ojos son los de Salander.


Fuente: Sony Pictures

La película tiene un apartado técnico y visual brillante. Se nota que a pesar de contar con menos presupuesto que loas anteriores entregas, hay dinero detrás, y el director consigue rodar escenas realmente apabullantes visualmente. Fede Álvarez ha demostrado aquí que es un buen autor con este primer encargo mainstream que ha ejecutado, pero a mi parecer se empeña tanto en que todo quede perfecto que pierde un poco el alma y la cinta llega a parecer fría y a no conectar con el espectador.


En resumen, que acabaréis entretenidos si decidís ir a verla al cine, pero no se va a quedar en vuestra memoria más allá cruzar el hall de la sala.

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