Bohemian Rhapsody: una celebración a Queen, Freddie Mercury y su música
- 360º
- 2 nov 2018
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 3 nov 2018

Después de una producción un tanto accidentada, por fin llegó a las carteleras españolas el biopic de Freddie Mercury. Tras el despido a dos semanas de concluir el rodaje del director Bryan Singer, el tráiler pintaba bien pero algo olía raro. Rumores de que el realizador llegaba siempre tarde y borracho al set, de que Rami Malek no daba la talla como el mítico cantante… Pues bien, olvidaos. La película está bien.
Cualquier película que tenga en la banda sonora canciones de Queen no puede ser tan mala.
Malek no está tan mal como Mercury.
Pero vayamos por partes.
La película parte en 1970, año en el que Farrokh Bulsara ya es mayor de edad. Nacido en Zanzibar, India, pero residiendo junto con su familia en Londres. El joven compagina sus estudios universitarios con un trabajo en el aeropuerto de Heathrow, descargando maletas, donde no se libra de los comentarios racistas de sus compañeros.
La relación entre el protagonista y su familia es compleja. Las raíces profundamente conservadoras de sus padres, migrantes indio-parsis, chocan frontalmente con las inquietudes y aficiones de su joven hijo. Unas tensiones que se muestran en varias escenas en las que Farrokh desafía a sus padres tomando decisiones contrarias a los deseos de sus progenitores.
La acción se traslada a su casa, donde vemos las raíces de Farrokh. Vemos su entorno, su familia conservadora. Y vemos como desafía a sus padres, se deja la cena en la mesa y se marcha de casa al pub, con un look muy moderno para la época.
Es entonces cuando se nos descubre que Farrokh ya no es Farrokh. Ahora es Freddie.
En el pub asiste al concierte de una banda llamada Smile, a la que luego vemos como su cantante principal abandona. Entra Freddie en acción, y la banda ya tiene nuevo cantante. Y el resto es historia de la música.
Esa misma noche conoce a una joven llamada Mary, quién será su primer amor y un apoyo fundamental a lo largo de la vida.
A partir de este punto la película nos narra el ascenso a la fama del grupo. Presenciamos cómo Freddie es parte esencial, y cómo se convierte en líder indiscutible gracias a su carisma innato. Su personalidad arrolladora, su imagen incontestable, su pasión y oído por la música. En la película se nos deja claro que sin Freddie y las decisiones creativas que tomaba, Queen no hubiese sido lo mismo. Es curioso ver ese proceso de creación, de lucha con las discográficas para sacar su música adelante, de cómo se convierten en una familia y de cómo van surgiendo los celos y rivalidades entre los propios miembros de la banda.

En paralelo, Freddie va abriéndose en su sexualidad, y es cuando con las primeras giras descubre su atracción por los hombres también.
El film se mueve todo el rato entre estas dos vertientes, el ascenso al estrellato de Queen musicalmente y la bajada a los infiernos de Freddie.
No se representa explícitamente este sentido. Todos estos aspectos “peliagudos” sobre Mercury se tratan muy superficialmente y el guion no incide mucho en ellos. Más que un reflejo real del personaje parece que los productores han querido hacer una versión blanca, para todos los públicos y han querido contentar a todos: fans y curiosos pero no tan fans.
Lo mejor de la cinta llega en la última media hora final, cuando Mercury es diagnosticado de sida y tras un tiempo apartado de la banda, vuelve a ella para afrontar sus últimos años y estar con quien él considera su familia para hacer lo que mejor saben hacer juntos.
Tras esta reunión, después de muchos años sin tocar en directo se preparan para una actuación que se convertiría en un clásico: su participación en el concierto benéfico Live Aid del 13 de Julio de 1985 en el Estadio de Wembley, Londres.

20 minutos de pura fantasía rock. Es aquí cuando vemos finalmente a Rami Malek más cómodo que en toda la hora y media de metraje anterior, y por fin aparece en pantalla el espíritu de Freddie; que aún enfermo, dio todo de si y cantó mejor que nunca.
La cámara nos transporta al concierto, y es entonces cuando disfrutas como un niño y te recreas en la música y el magnetismo del grupo que evidencian por qué son considerados uno de los mejores de la historia.
Como la película termina aquí, te deja un buen sabor de boca y te olvidas de los fallos que ha podido tener la primera mitad del metraje.
Te aseguro que vas a pasarte los próximos días tarareando todo el rato las canciones de Queen, y a fin de cuentas ese es el mejor legado que nos podrían dejar: su música.
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